jueves. 28.03.2024
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Bernardo Rafal Moguilevsky y Silvia Viviana Sverdlick.

Bernardo Rafal Moguilevsky y Silvia Viviana Sverdlick son una pareja de pequeños empresarios que hasta el inicio de la pandemia regentaban un bar en Consell, donde además contaban con un puesto en el mercadillo de los domingos. No les iba mal... hasta que empezó la crisis por la COVID-19.

A partir de entonces, su vida se ha convertido en una pesadilla: sin poder vender en el mercadillo semanal -el único de toda Mallorca que no ha vuelto a abrir después del confinamiento de 2020, salvo en agosto- y teniendo que adaptarse constantemente a las restricciones aplicadas a la hostelería.

Esto último ha llegado a ser tan agobiante para esta pareja mayor -él 76 años y ella 69 años- que ahora disponen de 10 días para desalojar el bar Yanka y Manu, que explotaban satisfactoriamente desde 2016. "No podemos abrir y no podemos seguir pagando los gastos", ha expuesto Silvia.

Sin bar

A causa de las restricciones por la crisis sanitaria del nuevo coronavirus, tampoco pueden abrir su puesto en el mercadillo dominical de Consell, en el que vendían especialidades gastronómicas argentinas, como chorizos criollos, alfajores, empanadas, etc. Todo hecho por ellos de forma artesanal.

"Según la información que tenemos, los demás mercadillos estuvieron cerrados menos de un mes. Así que ya funcionan los de Inca, Santa María y Son Fuster, éste es el único que no", a pesar de la experiencia piloto de agosto, que recibió felicitaciones desde la alcaldía, ha remarcado Silvia.

Ante la falta de noticias, se dirigieron al Ayuntamiento, y "en la recepción nos explicaron que el pueblo no quiere que haya rastro. Entonces, preguntamos a bastante gente por la calle y nos dijeron que nadie les había consultado y no sabían ni de lo que les estábamos hablando. Eso nos molestó aún más", ha sentenciado muy afectada.

Sin rastro

La ultima novedad al respecto es que se rumorea que el mercado dominical permanecerá cerrado hasta octubre o noviembre, sin que se atiendan propuestas de los mercaderes, que además de observar las medidas de control sanitario, incluyen reducir en espacio y en número los puestos, y establecer turnos de apertura.

Pero, lo que más les duele es la falta de ayuda por parte del Ayuntamiento de Consell, en alcaldía les derivaron a los Servicios Sociales, a los que presentaron toda la documentación que les requirieron, aunque luego no aparecieron en sus listas por razones que desconocen.

"Si no nos dejan abrir el puesto en el rastro y no nos devuelven mi pensión estamos muertos, porque no contestan desde ninguna institución, y no hay nadie con quien se pueda hablar", ha lamentado Bernardo, mientras Silvia asiente.

Y sin pensión

Esta pareja está ahora mismo 'a cero', ya que además han perdido la pensión no contributiva de Bernardo porque desconocían que debían tributar algo más de 200 euros al liquidar el fondo de pensiones de Silvia -8.000 euros-. La suya es una situación que no ha dejado de complicarse.

Su asesor fiscal -aportado por un amigo que les ayuda- presentó dos veces un recurso porque a Bernardo le reclaman el último año de pensión contributiva, desde el día 2 de julio no ha vuelto tener noticias. Recuerda que "no es un ingreso por trabajo" en este caso.

Además, también está pidiendo la pensión contributiva desde el 2 de enero de 2020, es decir, un mes y medio antes de que estallara la pandemia de la COVID-19. De nuevo, silencio total desde la Administración.

"Si no nos devuelven el puesto en el rastro de Consell estamos muertos"