jueves. 28.03.2024
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Pepe ha mantenido un encuentro con este medio de comunicación. Fotos: Isaac Hernández.

Pepe, más conocido como "Pepet", ha ganado la batalla contra varias ordenanzas que indicaban que él y su madre debían abandonar su vivienda, que ya estaba pagada desde la década de los 80.

Pepe, ha celebrado este sábado la victoria con una pequeña fiesta con los vecinos de su barrio, Son Cladera, donde ha dedicado unos minutos a Mallorca Confidencial:

«El día del desahucio yo me di por vencido. Agotado de vaciar la casa de mi madre, donde llevaba desde el año 1970 y acabada de pagar en 1980. Aquí nos criamos, cada mueble, cada cuadro, cada objeto de los cajones era embalado entre lágrimas en una mezcla de rabia y frustración. Con ganas de liarme a bocados con cualquiera que se atreviera a expulsar a mi madre de su hogar de una manera tan injusta e inhumana», comienza la historia de Pepe.

«Este tema no es mío. Fue mi hermana que con su marido se llevaban a mi padre enfermo a firmar. Mi padre había sufrido una embolia que le afectó a la memoria, demencia neurológica lo llaman. Mi padre trabajó toda su vida y tenía un piso en Son Cladera pagado desde 1980, mi padre era alérgico al banco, tenía hasta 1983 para pagarlo pero en 1980 decidió pagar lo que quedaba para desvincularse de ellos para siempre, no soportaba vivir con deudas. Mi hermana y su marido se dejaron llevar por su ambición junto al director de la Caja de Ahorros de una conocida entidad bancaria, que ofrecía créditos como el que ofrece pipas, estos se aprovecharon de la situación de mi padre y se lo llevaban a firmar para que pusiera su piso como aval. Mi padre muere. Cómo no había hecho testamento, la ley dice que la propiedad pasa a ser de los hijos y mi madre pasa a ser heredera usufructa. Yo no quería heredar, porque para mí la casa es de mi madre diga lo que diga la ley. No me voy a poner a especular con esa necesidad de mi madre, ni quería que ante una posible deuda mía en el futuro a mi madre la perjudicara».

UN CRÉDITO SIN PAGAR

«Mi madre me convenció para aceptar y así heredé el 50% de la vivienda. Hasta ese momento yo veía a mi hermana y su marido llevando un nivel de vida alto. Tenían una buena casa. Él, taxista con un crysler como vehículo de trabajo, mi hermana regentaba una cafetería. Vivían bien y se pegaban sus buenos viajes. Al poco tiempo mi madre me llama por teléfono para decirme que tenemos que ir al notario otra vez, que mi hermana tiene un crédito que firmó mi padre, que conociendo a mi padre como lo conocí eso me sonó a chino. Me dijo que tenía que firmar porque mi hermana no podía pagar ese crédito y , como nuevo propietario, me necesitaban de mi firma para hacer un nuevo documento con el cual mi hermana para devolver el dinero pagaría menos dinero al mes pero durante más tiempo».

«Fui a ver a mi madre ya que estaba aterrorizada, porque le habían dicho que si no hacíamos este documento iban a echarla de su casa. Forzado por el temor de mi madre acudí al notario, allí conocí al director de la entidad bancaria. Desconfiado le pregunté y él me confirmó que era por el bien de mi madre. Yo le dije que si a mi hermana le dieron dinero que se apañen con ella, pero él me comunicó que no se podía, porque al firmar mi padre, la casa de mi madre estaba comprometida, aquí me sentí atrapado en una trampa».

«Entramos en la sala , me piden el DNI , y el notario empieza a soltar un rollo de mercados y porcentajes no entendí nada , pero a regañadientes firmé. Al poco tiempo vino el director de la entidad bancaria a la cafetería de mi hermana buscándola a ella. Yo trabajaba en la cafetería, pues mi hermana y mi cuñado no le cogían el teléfono. Cómo yo era parte afectada me informó de que mi hermana no pagaba. La movida que tuve con mi hermana fue fuerte, pues yo trabajaba en su negocio y si veía que debería tener para pagar, soy su hermano y no un simple camarero».

DESPEDIDO POR SU HERMANA

Mi hermana acabó despidiéndome con un despido disciplinario. Un día fui a ver a mi madre y me la encontré en compañía de Diego. Mi madre estaba sentada con las gafas puestas, un boli en la mano y un documento a punto de firmar. El documento decía que si mi madre entregaba la vivienda voluntariamente se podría quedar pagando un alquiler de 300€ al mes. Me encendí, ¿cómo se atreve a venir a casa de mi madre y decirle eso? Lo eché de casa rápidamente y él amenazó de que iría al juzgado».

LA HERMANA ABANDONA EL PAÍS

«Al presionar a mi hermana, ésta decidió irse a Perú con mis sobrinas. Entonces empecé a indagar y a aprender estos oficios de papeles, pues desde el principio nada me cuadraba, hablaba desde el instinto, y me limité a hacer lo que mi madre me decía, y a partir de ahí esto cambió. Fui al notario a por las copias de las hipotecas y resulta que la casa de mi madre avalaba 4 hipotecas que juntas suman 520.000 €. Resulta que el día que yo firmé también les dieron dinero. Fui a Son Espases a por los informes médicos de mi padre, pues mi padre firmó hipotecas ya estando mal. Mi madre llevaba a mi padre a un centro de rehabilitación para la memoria, Mente, y también me dieron sus informes sobre la evolución nula de mi padre».

«También descubrí que mi madre nunca podía avalar ni entregar vivienda alguna porque nunca fue propietaria. Fui a la oficina de la entidad bancaria. Ví a Diego, el director, y le advertí que estaba documentado y dispuesto a defenderme ante los tribunales. Que todo lo que habían hecho estaba mal, con abuso de profesionalidad, lo que es un delito. Que reclame a mi hermana todo lo que le tenga que reclamar, pero que a mi madre la deje en paz. Con el tiempo veo por la tele como esa entidad bancaria desaparece y es nacionalizada por el estado».

OKUPA EN SU PROPIA CASA

«El marido de mi hermana se va a Perú con ella y todo queda en el aire. En 2016 yo estaba en la obra trabajando y recibí una llamada de mi madre. Estaba llorando porque habían ido a su casa dos individuos de otra entidad bancaria y  dejaron una nota con su teléfono. Le dijeron a mi madre que estaba de okupa en su casa y que tenía que irse. Le llamé por teléfono y me dijo que la casa ahora pertenece a esa entidad. Yo le dije que es imposible, que eso sólo lo puede decidir el juzgado y nosotros no habíamos recibido carta alguna del juzgado. Él me dijo que estaba todo hecho y que fuera al juzgado. Yo le dije que iría, que estaba preparado. Entonces, dejé el trabajo, cogí la caja de los papeles que tenía en el garaje, que con el tiempo estaban manchados de humedad, y me dirigí al decanato del juzgado de lo civil, para saber qué juzgado lleva esta causa y me mandan al juzgado 18. Ya vi que la causa existía y subí al juzgado hecho un manojo de nervios».

ADEMÁS DEL DESAHUCIO, QUEDA UNA DEUDA

«Una vez allí, la funcionaria me explicó que ya estaba todo hecho, que la casa ya había sido subastada en 2012 y que no había nada que hacer. Yo le pregunté que cómo puede ser que el juzgado desarrolle todo el procedimiento sin ni siquiera comunicarlo, que teníamos derecho a defendernos y que estaba preparado, aquí le enseñé los papeles. De mis papeles no quiso saber nada, que el juzgado había notificado al domicilio de la hipoteca y me mostró las notificaciones, las notificaciones a mi nombre las enviaron a casa de mi hermana y las recogió su marido, el cual no me las entregó. Es decir, cuando se fueron a Perú ya lo sabían. Según la sentencia, el Banco se queda con la casa de mi hermana, la casa de mi madre y queda una deuda de 166.000 €», afirma el afectado.

«Yo jamás toqué un euro y sólo heredé la mitad del piso de Son Cladera, las cifras son surrealistas. La funcionaria no cogió mis papeles pero hizo un papel que decía que yo me había presentado y que solicitaba que todas las notificaciones a mi nombre las enviasen al domicilio de mi madre. Que cuando me la mandasen pediría un abogado de oficio para recurrir esta sentencia».

LLEGA UNA ORDEN DE DESAHUCIO

«Como la casa de mi hermana estaba vacía y tenía las llaves me metí para controlar el tema. En unos meses llegó la orden de desahucio, sólo en casa de mi hermana (que menos mal que me metí). Con esta carta me presenté en el Colegio de Abogados, donde me hicieron un papel para el juzgado, solicitando que se paralice el procedimiento hasta que nos concedan un abogado. Al tener abogado solicitamos mediante un recurso la nulidad del procedimiento ya que yo había sufrido indefensión y no me había podido defender, que la jueza dictaminó sentencia con la única aportación de la entidad que nos reclamaba el domicilio (banco con el que jamás hemos tenido relación alguna ya que todo lo nuestro lo tenía la otra entidad comentada al principio)».

«Me denegaron este recurso y los posteriores. Jamás hemos podido defendernos en este procedimiento y la jueza lo sabe, y aún así no hacen más que poner fechas de desahucio que después son suspendidas por diversas causas. He montado y desmontado los muebles de esta casa, ya están rayados de tanto trajín. Mi madre tiene 75 años y lleva desde 1970 viviendo aquí. Mi madre y mi padre coordinaron la fecha de su boda para que coincidiera con la entrega del piso».

SIN MANERA DE PODER DEFENDERSE

«Tras la tercera fecha de desahucio acudí a la Fiscalía a pedir protección, ya que estaban por desahuciar a mi madre en un procedimiento en el que sufrimos indefensión. Dos horas antes de la ejecución del desahucio me llamaron de fiscalía y me dijeron que fuera al juzgado. En el juzgado me dijeron que no entendían el porqué la fiscalía me había enviado allí. Hice una rellamada y se lo pasé a la funcionaria del juzgado, hablaron entre ellos con mi móvil».

«Tras esta llamada la funcionaria me expuso que en el procedimiento del desahucio no podía hacer nada, que lo que debía hacer era poner otra demanda contra el banco pidiendo la nulidad del contrato hipotecario. Solicité otro abogado de oficio, me lo concedieron, y mientras preparábamos la demanda llegó otra orden de desahucio. Vuelta a vaciar el piso y dispuesto a pelear contra quien venga a sacar a mi madre. El desahucio era un lunes y el viernes antes acudí al juzgado para exponer la demanda que teníamos en marcha, que estaban a punto de cometer una injusticia. En ese momento la funcionaria del juzgado me pidió que esperase un momento y después me llevó al despacho de la secretaria judicial. Por primera vez veo a esta señora, que me dice con tono arrogante que nada podíamos hacer y delante de mí llamó a la procuradora del banco para exponerle mi visita. Entre ellas hablaron con complicidad».

SE VIERON EN LO PEOR

«Salí humillado de ese despacho, me salía fuego por la boca. Acudí a la fiscalía a denunciar el hecho. Al llegar a casa y hablando con mi madre, ésta se preocupó, no sólo por el desahucio, también por mi estado anímico. Tenía tal subidón de adrenalina que me hubiera enfrentado a collejas con el increíble Hulk. Mi madre me pidió que nada podíamos hacer, que sobreviviríamos donde sea. Yo preocupado, acepté, pero tras la humillación de la secretaría no podía digerir tal humillación, entonces se me ocurrió llenar Son Cladera de carteles solicitando el apoyo del barrio para que al momento del desahucio aplaudieran a mi madre para así conseguir no salir humillados.

«También me puse en contacto con la plataforma Stop Desahucios que enseguida se pusieron en contacto con la central del banco, a través de correos electrónicos e hicieron una convocatoria también. En el momento del desahucio la calle se llenó de gente.Yo me iba a quedar en la calle para aplaudir a mi madre junto a la gente, los vecinos y sobretodo las vecinas mayores, que me han visto crecer en este barrio, me dijeron que subiera, que resistiera con mi madre, que se quedaban allí en el portal y que no pasaría nadie. Subí a casa con mis supercompañeros Pere i Denisse y empezamos a rellenar el rellano con las puertas y objetos varios para impedirles el paso. Al final se presentó la comisión judicial pero de la parte del banco no se presentó nadie», ha finalizado Pepe.

SE QUEDAN EN CASA

Vista la situación vivida en el intento de desahucio, finalmente lograron quedarse en su hogar. Ahora Pepe da las gracias a los vecinos de Son Cladera y a la plataforma Stop desahucios, que no permitieron que se rindiera.

«Ese día me di por vencido». La batalla de Pepe contra el desahucio