
Un empate (Mallorca 1 - Girona 1) que deja un mal sabor de boca y más cuando todo parecía que podía suponer tres puntos en el casillero local.
El partido empezó sin sorpresas bajo un calor sofocante., con un Mallorca serio atrás, sin fisuras. Esta era la carta de presentación ante un Girona que se plantó en Son Moix como un conjunto valiente y que fuera de especulaciones apelaba a una presión alta y una circulación de balón rápida; algo que incomodaba a los locales.
Por su parte, el Mallorca apelaba a los balones largos en búsqueda de un Muriqi que era como una isla en el océano.
Por su parte, los catalanes optaban por los pases cortos y una rápida circulación del balón; eso sí, sin peligro alguno para los locales.
Riquelme, era el único mérito de un Girona al que ya le iban bien las cosas al ver cómo transcurría todo y siendo conocedor de ser el visitante.
Tas la reanudación las cosas fueron diferentes. Ambos sabían que había en juego no solo un empate sino tres puntos muy golosos para iniciar el campeonato.
En el 53, Riquelme disfrutó de un balón suelto dentro del área, aunque no representó ningún peligro.
Los cambios en ambos conjuntos empezaron a sucederse con la finalidad de conseguir algo de refresco.
No fue hasta el minuto 72 en que el francés Grenier dispusó de una oportunidad que debería haber significado el 1-0.
Toques de teclas de los entrenadores, con más sustituciones, con la finalidad de conseguir un gol.
El Girona ya no tenía la frescura de los primeros compases del encuentro, algo que fue aprovechado por los locales para circular el balón y hacer retroceder a los catalanes en el terreno de juego.
A tan solo cuatro minutos para el final, cuando algunos ya deambulaban por la grada para abandonar el estadio, el Mallorca dispuso de un córner que fue botado para que Raillo bajara el balón al piso con el pecho y chutaba el balón al fondo de la portería.
Momentos de alegría y júbilo tras un encuentro que parecía llegar a su fin y en el que los locales conseguirían los tres puntos.
Lejos de eso, cuando todo parecía que la victoria se quedaba en casa, los visitantes aprovecharon su último cartucho obligando a Copete a tener que cometer una pena máxima que Samu se encargaría de transformar para dejar al Mallorca y a la parroquia con tres palmos de narices y su gozo en un pozo.
El Mallorca ha dejado escapar una victoria en el último suspiro que podría haber significado un bálsamo en este comienzo de temporada