
Ambiente de gala en Son Moix, pese al horario intempestivo para disputar, entre semana, un encuentro de Liga (21.30) y recibir al líder.
Aguirre planteó un encuentro con una alineación fuera de lo normal y totalmente adaptada a las circunstancias. Jugadores rápidos y con un alto aporte de intensidad iban a ser sus bazas tanto en el ataque como en el repliegue defensivo. El mejicano dio entrada en el once a hombres como Gio (que ocupó el lateral derecho en la habitual línea de cinco), colocó a Mafeo en el izquierdo, e introdujo a Antonio Sánchez en el centro del campo junto a Samu Costa y Dani Rodríguez para reforzar físicamente el trivote frente a la zaga. Además, sacó a Abdón junto a Muriqi en la punta de ataque para fijar a la defensa de un Barcelona que venía de ganar in extremis al Celta.
Todo en el Mallorca estaba planteado para confeccionar un entramado camaleónico que diera máxima intensidad y fuera capaz de reconvertirse tanto en defensa como en ataque.
La idea era clara, impedir las circulaciones de balón del Barça en las zonas interiores, obligando a los de Xavi a circular el esférico por los laterales, que es donde se encontrarían a dos perros de presa (Gio por la derecha y Mafeo por la izquierda).
Aguirre puso piernas e intensidad, y a priori le salió bien.
Tal fue el caso que cuando el Barcelona aún no había tenido tiempo de asentarse en el campo, ya se encontraría sin darse cuenta por detrás en el marcador. Ocho minutos le fueron suficientes a los locales para, gracias a una presión alta de Muriqi, Antonio Sánchez y Abdón forzar una error de la zaga visitante y conseguir el primer gol del partido de un Muriqi reencontrado con el gol.
Era de esperar una recuperación del Barcelona, pero en cambio el Mallorca continuó con una gran intensidad que impedía a los blaugranas, vestidos para la ocasión de blanco (nunca sabemos lo que podemos llegar a ver en la vida) hacerse con el cuero y el dominio del partido.
Los despejes largos en búsqueda de Abdón y Muriqi fueron un quebradero de cabeza para el Barça, que no veía la forma de asentarse y encontrarse a gusto sobre el tapete.
Ferrán dio un primer tímido aviso el 21, pero el Mallorca respondió con un remate de cabeza de Antonio Sánchez tras un saque de falta que se perdió por el lateral de la portería de Ter Stegen.
La tela de araña conformada por el 5-3-2 de Aguirre aguantaba y apenas dejaba al rival circular el balón por las zonas interiores, obligando a los de Xavi a mover el esférico por espacios abiertos que apenas suponían peligro para los bermellones.
No fue hasta el minuto 30, cuando empezó a bajar la intensidad de los locales, que jugaban a un ritmo frenético, que los de Xavi pudieron triangular el balón de lado a lado, pero con una clara falta de ideas para dar con la tecla que les permitiera conseguir la igualada en el marcador.
Pero fue en el 34 cuando el guion cambió por completo. Una lesión de Mafeo, le obligó a abandonar el terreno de juego, dando entrada a Jaume Costa, quien se tendría que ver las caras con Joao Cancelo.
Así fue cuando se llegó al 41 y por una jugada creada por el flanco derecho del ataque barcelonista (el de Jaume Costa) aprovechada por Rafinha para entrar en diagonal dejando atrás a su defensor y encarar así un disparo cruzado desde fuera del área que pondría las tablas en el marcador.
Nuevamente en el 44, el Barça la volvería a tener en las manos de Rafinha. En este caso aprovechando un balón largo que le llevó a dejar atrás por velocidad a su marcador (Copete) quedándose solo ante la meta de Rajkovic. Una ocasión desaprovechada lanzando el balón por encima de la meta local.
En el descuento el Barça nuevamente Joao Cancelo, tras recibir un balón en profundidad, pero sin ángulo, optó por ceder atrás a Joao Félix que disparó cruzado, encontrando en el suelo y por bajo la mano de Rajkovic.
Cuando peor lo pasaba el Mallorca, y todo el mundo pedía la hora para ir al descanso, Muriqi habilitó a Abdón dejándolo solo ante Ter Stegen, llevando al de Artà a tener a acariciar tan solo el balón con la punta para introducirlo en la portería y establecer el 2-1 en el marcador, con el que se llegaría al descanso con el público en pie entregando vitoreando la hazaña conseguida, momentáneamente, por el equipo.
SEGUNDO TIEMPO
Tras la reanudación, ya hubo desde el inicio una declaración de intenciones por parte de ambos equipos: el Barça sería el poseedor del balón y el Mallorca, encerrado atrás, pero con la defensa lo más adelantada posible, trataría de salir a la contra para sorprender a los de Xavi.
Fue en el 54 cuando un Joao Félix tuvo la primera ocasión clara y contundente al sacar un fuerte disparo desde la frontal del área que pegaría en el palo izquierdo de la portería de Rajkovic sin que este pudiera haber hecho nada para detenerlo en caso de que fuera entre los tres palos.
Tres minutos después (57), Xavi movió sus piezas. Sacó a Ferrán para dar entrada a Lewandoski; una forma de intentar fijar la defensa del Mallorca y obligar a ésta a retrasarse.
Aguirre haría lo propio (60) con Abdón (con un público puesto en pie para ovacionarlo coreando su nombre) y Antonio Sánchez, para dar entrada a Sergi Darder y Larin: piernas frescas para afrontar media de partido.
La entrad de Fermín y Yamal en el campo cambiaron las cosas. El descaro e ilusión de los dos jóvenes permitieron a Xavi ver como su equipo conseguía penetrar en la telaraña mallorquinista y crear peligro. Juego entre líneas rompiendo la basculación de la zaga local, que minuto a minuto veía como su físico se mermaba y le costaba más soportar los envites visitantes.
Sería en el 65, cuando Yamal parecía haber sido derribado en el área. El colegiado decretó penalti. Pero tras ser avisado por el VAR y haber visualizado la jugada en el monitor, consideró que no había falta dentro del área. Un nuevo asalto aguantado por un Mallorca, que esperaba el transcurrir de los minutos hasta el pitido final.
El Barça apretaba cada vez más con las rápidas circulaciones de balón y cambios de orientación que impedían bascular a la defensa de Aguirre.
Fue en el 73 cuando otra vez Yamal quien se zafó sin problemas de Jaume Costa para, desde la banda derecha, ceder el esférico en profundidad al centro, el cual dejó pasar Lewandoski, para que en segunda instancia fuera Fermín quien rematara a placer para establecer el empate en el marcador.
Algo más de quince minutos de partido, más otros siete de descuento, en los que el Barça apretaría. Apretaría pero descuidaría las zonas de cobertura.
Yamal era como un cuchillo en la defensa del Mallorca. Costa y Copete se veían totalmente desbordados por el joven extremo. Aun así, el Mallorca trataba de salir con despejes largos en la búsqueda de Larin, entrado en la segunda mitad, y Muriqi.
Larin la tuvo, pero la desaprovechó. Demostró estar todavía bajo de forma, pero dejó constancia, en una carrera con Kunde, a quien dejó en evidencia, que llegado el momento (será una buena baza para el ataque bermellón).
Se llegó al final de los 90 minutos con un empate que dejó en evidencia varias cosas: El Mallorca es un equipo muy duro cuando hace valer su entrega con altas dosis de intensidad, hasta el punto (bien es cierto que en algunos momentos con fortuna) de ser capaz poner entre las cuerdas a todo un Barcelona.
Todavía hay jugadores a los que se les nota que no están en la forma suficiente como para afrontar el campeonato, si bien es cierto que encuentros de alto ritmo como éste sirve también para potenciar un trabajo de calidad tanto físico como técnico y táctico que a buen seguro dará sus frutos (si se aprovecha) en el futuro.
Lo que está claro es que cuando el Mallorca no especula puede hacer daño. La pregunta es si está en condiciones físicas para poder hacerlo. Con el Barça demostró que sí (aunque las fuerzas sean las justas). Tan solo es encontrar la motivación necesaria para intentar que cada partido se dispute con la misma intensidad, como si les fuera la vida en ello.
Esto último, depende de Aguirre, quién así como fue quien perdió el partido contra el Girona, hay que reconocerle que a Xavi y al Barça les ganó la partida, con un empate que supo a victoria.
Sigan.