Los seguidores del Mallorca han arrojado la toalla. Ni siquiera los más optimistas ven hoy posibilidades de lograr la permanencia tras comprobar cómo el equipo sigue siendo con Sergi Barjuán la misma banda que antes fue con Vázquez y con Olaizola: once futbolistas inoperantes e indolentes que no son capaces de ganar un partido a nadie. Llevan ya ocho jornadas sin hacerlo.
Tras el encuentro de este sábado contra el Nàstic los aficionados abroncaron a quien se puso por delante: al presidente Monti Galmés, al consejero delegado Maheta Molango, al director deportivo Javier Recio, y por supuesto a los jugadores que están a punto de consumar un hecho histórico: devolver al club a una categoría en la que no militaba desde el lejano año 1981. Allí estará el equipo 36 años después, y lo hará más que previsiblemente con varias jornadas de antelación. No pinta ni que vaya a haber un mínimo de emoción por salvar la categoría.
Tras el lamentable empate contra el Nàstic, la ira de algunos seguidores se trasladó incluso a algún que otro aficionado no dudoso de ser mallorquinista, como es el caso de Tolo Verger, que fue insultado a su salida del Estadio de Son Moix.
Un fuerte cordón policial sirvió para aliviar el mal trago a los futbolistas, despedidos al grito de "mercenarios" por parte de unos aficionados que hace relativamente poco tiempo se codeaban con los grandes de la Liga, y ahora están a punto de saborear lo que es la Segunda división B, una categoría desconocida para los que todavía no alcanzan los 45 años de edad.
La resaca del empate contra el Nàstic todavía se prolongará algunos días más. Después el Mallorca viajará a Zaragoza, y si regresa de La Romareda con una derrota -algo altamente probable- Son Moix "arderá" frente al Córdoba. Prensa y afición claman por la salida de Maheta Molango para tener alguna opción de regresar a la LFP. Y Robert Sarver tiene la palabra.