El Real Mallorca jugará la próxima temporada en Segunda división B. Lo hará por méritos propios, tras una nefasta campaña a la que en realidad le van a sobrar jornadas. Y varias. Porque la permanencia se ha quedado tras el triste empate de este domingo ante el Córdoba (1-1) a nada menos que ocho puntos de distancia, para un equipo incapaz absolutamente de ganar a ni un solo rival.
El conjunto bermellón, sin Lekic ni Brandon en el once titular, ha estrenado el marcador a los dos minutos de partido, gracias a un gol de Lago Junior, convertido ante el Córdoba referencia ofensiva de los bermellones.
El tempranero gol de los locales ha llevado la euforia a una grada ávida de alegrías, ahora que la Segunda división B ya parece ser una realidad. Sin embargo, poco han tardado los andaluces en volver a poner las tablas: a los 20 minutos, Pedro Ríos ha batido a Santamaría para hacer el 1-1 que obligaba de nuevo al Mallorca a volcarse sobre la portería rival.
La realidad ha sido en cambio la de cada jornada: falta total de ideas, pésima puntería en las pocas llegadas al área rival, un portero acertado y también en este caso una nula ambición de un Sergi Barjuán que en apenas tres jornadas ha hecho buenos a sus predecesores en el banquillo mallorquinista. Unos ingredientes que solo podían dar como resultado la nada. El empate. El descenso,
A partir de ahora al Mallorca le quedan todavía siete jornadas de larga agonía, esperando ver cuándo se convierte en matemático un descenso más que seguro que tiene muchos responsables, aunque por encima de todos destaque la siniestra figura de Maheta Molango. Lo peor que ha pasado por el club junto a Lorenzo Serra Ferrer en estas últimas décadas. Ahora solo falta saber cuándo se consuma la tragedia.