sábado. 20.04.2024

En la ciudad rumana de Cluj, situada en la región de Transilvania, un humilde zapatero de 55 años llamado Grigori Lup ha plantado cara al maldito coronavirus (Covid-19) después de tener que despedir temporalmente, el pasado mes 10 de marzo, a sus diez trabajadores. Y es que su actividad, como tantas otras, se vio bruscamente interrumpida por la pandemia. Entonces, tuvo que reinventarse. 

Lup, que empezó a fabricar zapatos en la década de los cuarenta cuando tan solo tenía 16 años, observó que en Rumanía (como en España) son muchos los que no se respetan la distancia social demandada por las autoridades sanitarias. Así, ideó un nuevo formato que garantizan a su portador que nadie se le acerque más de lo deseado. 

El zapatero rumano hizo tres pares, a mano y de piel natural, que puso a la venta por Internet. Entonces, recibió encargos de otros países como Reino Unido y Canadá. 

Para los curiosos, comentar que los bautizados como zapatos de distanciamiento social son de un número normal en la parte posterior en la que el cliente debe de meter su pie. Donde terminan los dedos empieza una punta rellena de un material ligero que equivaldría a un número 75 de pie, según confiesa su creador.

Por cierto, cuestan unos 100 euros aproximadamente. “Si dos personas que llevaran mis zapatos se pusieran una enfrente de otra habría una separación entre ellas de cerca de un metro y medio”, asegura.

Los "zapatos antivirus" que obligan a cumplir la distancia social