
En Muro, el fuego de Sant Antoni no solo ilumina las calles, también aviva el corazón de quienes hacen de esta celebración una tradición viva. Cada enero, se transforma en un lugar donde las raíces culturales y la modernidad se entrelazan en una fiesta que, aunque comparte elementos comunes con otros municipios, encuentra su máxima expresión en las beneïdes, un desfile que es orgullo y emblema para los murers.
Un ritual que conecta el pasado con el presente
Las beneïdes en Muro son mucho más que una procesión. Este ritual tiene sus raíces en las prácticas agrarias de siglos pasados, cuando los campesinos pedían la protección de Sant Antoni para sus animales y cosechas. Con el tiempo, esta tradición ha evolucionado, pero ha sabido mantener su esencia: un homenaje a la conexión entre los murers, la tierra y la fe.
"Las beneïdes son el corazón de nuestra fiesta. Es el momento en el que el pueblo entero se vuelca en mostrar lo mejor de sí mismo, en una celebración que nos conecta con nuestras raíces y nos proyecta hacia el futuro", explica Rafel Gelabert, regidor de Festes.

El 17 de enero, Muro se llena de color, vida y simbolismo. Las carrozas, decoradas con un detalle y creatividad asombrosos, recrean desde escenas rurales tradicionales hasta guiños a la modernidad. Los animales, protagonistas indiscutibles, desfilan con calma, acompañados por sus dueños, en un acto que combina solemnidad y alegría. Cada carroza es un mensaje, un fragmento de historia que recuerda de dónde venimos y cómo hemos llegado hasta aquí.
Un espectáculo único en Mallorca
Lo que hace especial a las beneïdes de Muro no es solo su tamaño, sino su capacidad de emocionar. “Es el día en que Muro se abre al mundo, y eso se siente en cada detalle”, asegura Gelabert. Las calles del pueblo se convierten en un escenario donde se respira la tradición más auténtica, pero también el orgullo de una comunidad que se reconoce y se celebra a sí misma.
El desfile no solo es una muestra de creatividad y esfuerzo colectivo, sino también un acto de transmisión cultural. Los mayores enseñan a los jóvenes el valor de esta tradición, asegurando que el espíritu de Sant Antoni siga vivo durante generaciones. “Estamos rejuveneciendo la fiesta, y eso nos garantiza su pervivencia por muchos años más”, añade el regidor.
Los días fuertes: fuego, música y bendiciones
Aunque el 17 de enero es el punto álgido, la celebración empieza la víspera con el fuego y la música como protagonistas. Los dimonis de sa Pedrera llenan las calles con un correfoc espectacular, una explosión de chispas y energía que marca el inicio de la revetla. La noche continúa con música tradicional y una fiesta joven organizada por asociaciones como Sense Filtre, que dan un nuevo aire a Sant Antoni sin perder el respeto por la tradición.
Pero es el día grande, el 17 de enero, cuando Muro muestra su verdadero espíritu. Las beneïdes convierten el pueblo en un mosaico de vida, fe y cultura. Es el momento en que las carrozas desfilan al ritmo de las tonadas santantonianas, en que los animales reciben la bendición bajo la mirada atenta de los vecinos y visitantes. Es un acto que no solo honra a Sant Antoni, sino también a la historia y al futuro de Muro.
Sant Antoni: tradición en constante evolución
El Sant Antoni de Muro ha sabido encontrar un equilibrio perfecto entre tradición e innovación. La recuperación de actos como la dimoniada, la implicación de los jóvenes y la grandeza de las beneïdes son prueba de ello. Cada detalle refleja el compromiso del pueblo con su historia, pero también su capacidad de adaptarse a los nuevos tiempos.
Cuando las calles de Muro se llenen de vida, cuando las carrozas desfilen al ritmo de las ximbombes y las tonadas, cada murero sentirá que Sant Antoni no es solo una fiesta. Es el alma de un pueblo que vive, celebra y comparte su legado con el mundo. Visca Sant Antoni i visca Muro!