
En Mallorca hay pueblos que celebran ferias. Y luego está Muro, que las vive como si le fuera la identidad en ello. No han pasado ni cuatro días desde el Pancaritat de Sant Vicenç y ya se respira otro ambiente, como si las calles supieran que llega la Fira de Sant Francesc. “Es que en Muro no paramos”, confiesa entre risas Rafel Gelabert, regidor de Fires i Festes, “y no queremos parar”.
No lo dice por decir. Su WhatsApp no conoce el silencio, el calendario de su despacho está repleto de reuniones con asociaciones, técnicos y vecinos, y su casa —según admite— “se convierte estos días en centro logístico involuntario”. Pero le gusta, le motiva. “Yo disfruto cuando veo que el pueblo disfruta. Y eso vale más que cualquier hora de sueño perdida”.

Una Fira con alma (y con argumento)
Lo de Muro no es poner cuatro paradetes y una verbena. Aquí cada feria tiene un hilo conductor, una historia que contar, y este año toca poner el foco en las Possessions, esos grandes caserones que salpican el paisaje murero y que, más allá de su estética, esconden parte esencial del ADN del pueblo.
“Queremos que se conozcan. Hay generaciones enteras que no saben ni dónde están ni qué significan”, cuenta Gelabert. Por eso, el Claustre del Convent se transforma estos días en una especie de biblioteca gigante con libros de 1,80 metros que recogen imágenes, herramientas, anécdotas e historia viva. Se podrán ver utensilios del camp, fotografías antiguas y nombres que forman parte del relato local. Un lujo visual y emocional.
Pero no se queda ahí. En los fines de semana siguientes a la Fira se organizarán visitas guiadas para explorarlas. Cultura viva, no enlatada.

Una fira que marca el cambio de estación (y de humor)
“La nuestra es siempre el domingo después de Pascua. Y sí, podríamos decir que es el pistoletazo de salida de la temporada turística”. Porque aunque ya hace semanas que los ciclistas se pasean por las carreteras del Pla, la Fira de Sant Francesc marca el despertar colectivo. “Es como una llamada: el invierno ya ha pasado, toca salir a la calle”.
Y a la calle se sale con ganas. Con paraguas de colores decorando el cielo (o quizás este año algo aún más sorprendente: “no lo puedo decir, es como el ingrediente secreto de un buen plato”), con música, comida y un pueblo entero vestido de gala.
Además, la feria no es solo lo que pasa en el centro. Hay una baixada del conill con DJ que es puro folclore gamberro, exposiciones de motos y vespas para los nostálgicos del motor, foodtrucks para los que buscan bocado callejero y hasta una pantalla gegant para ver la final Barça-Madrid. Porque en Muro se celebra todo.

Ser regidor de festes en Muro: entre WhatsApps, curolles y familia
Rafel lo dice claro: “Ser regidor de fiestas en Muro es absorber horas de tu vida”. Y no es una queja, es una constatación. Porque detrás de cada acto hay decenas de llamadas, grupos de WhatsApp, nervios, tensión... y un equipo que responde. “Desde la brigada, la policía, los otros concejales… esto no sale si no hay implicación colectiva. Y por suerte, la hay”.
Ni el lunes hay tregua: cuando termina la Fira, empieza Sant Francesquet, la versión más rural y tradicional de la celebración, con la gente vestida de payés en procesión hacia la iglesia. “Es la forma que tenemos de no olvidar de dónde venimos. Aquí la payesía era el día a día antes del turismo”.
Y el martes, más: presupuestos participativos, nuevos proyectos... “Me quedan dos años de regidor, y ya me avisan: que me prepare, que esto no afloja”.
Una invitación sin trampa, pero con mucha recompensa
La frase que deja el regidor antes de despedirse no es de folleto, es de verdad:
“Invito a vuestros lectores a que este domingo se acerquen a Muro. Verán un pueblo que se abre de par en par, una Fira preciosa, y podrán disfrutar de la comida murera como toca. No se lo pierdan”.
Y no es para menos. En Muro no hay tiempo para el letargo. Aquí la fiesta no se programa: se trabaja, se cuida, se vive.
Así que si este fin de semana estás buscando un plan con sabor mallorquín, con tradición, carácter, historia, gastronomía y alguna que otra sorpresa… ya sabes: Muro te espera con las puertas (y la mesa) bien abiertas.