viernes. 29.03.2024

Un invierno de año y medio

Estamos inmersos en un invierno de dieciocho meses de duración y ninguna administración se ha dado cuenta. Un invierno de Octubre de 2019 a Marzo de 2020.

Ninguna administración sabe lo que tiene entre manos. No hablo ya de la crisis sanitaria, sino de la crisis social que se nos viene encima. Y gracias a que la geografía nos ha ayudado a que la crisis sanitaria no haya sido tan grave como en otros lugares de España. Hemos sobrevivido, de momento, al terremoto del Covid19, pero lo preocupante es que ninguno de los gobiernos que deciden nuestro destino, están preparados para construir los diques de contención necesarios para soportar el tsunami que viene.

Desde Madrid, la única de las actuaciones de calado para contener una crisis social sin precedentes ha sido el invento de los ERTE, que todavía hoy no sabemos hasta cuando se prorrogarán, y que han servido también para amordazar a miles de empresas y empresarios que todavía hoy no saben si sobrevivirán y en que condiciones. Y para engañar a miles y miles de trabajadores. Tiempo al tiempo. 

La Secretaria de Estado de Turismo, que por cierto, es de Baleares, lleva desaparecida estos cuatro meses. O no sabe, o no quiere.

En Baleares básicamente se ha centrado la reacción del Govern en cinco puntos:

Anuncio de un plan de transformación del modelo productivo, cuando lo necesario era una protección instantánea del modelo actual y seguir trabajando con la diversificación marcada por la Ley 8/2012 de Turismo.

Aprobación de un decreto ley de reactivación económica, que genera lo contrario: desconfianza, inseguridad jurídica y paralización de posibles inversiones, absolutamente necesarias para paliar, en parte, el frenazo turístico y para mejorar la oferta.

Aprobación de un decreto ley de proteccion territorial, utilizando como excusa la crisis sanitaria, y que da lugar a una de las mayores injerencias en competencias urbanísticas municipales de la historia de las islas baleares, castigando al pequeño propietario y paralizando al mismo tiempo la posibilidad de creación del parque de viviendas necesarios y generando una subida del precio del suelo y de la vivienda, en un mercado, ya de por si, sobrevalorado.

Puesta en marcha de un plan piloto turístico de una semana, que se solapa con la apertura total de fronteras.

Y la quinta reacción, la reacción estrella, ha sido reclamar al gobierno central que actúe para paliar los daños que deberemos contener y reparar. Está bien reclamar acciones a nuestros compañeros de viaje, pero hay que ser caradura para predicar lo que uno no hace. Es no tener escrúpulos, exigir planes y leyes que ayuden y reactiven, cuando paralizas la economía y el modelo productivo, cuando apruebas leyes “canalla” para acabar de liquidar la actividad económica y las necesidades sociales, y cuando tu modo de gobernar , incluso en situaciones limite, sigue siendo generar cortinas de humos y kilos de ideología en un momento que necesitamos confianza, valentía , equilibrio y consenso. Acciones y reacciones a corto plazo para intentar paliar la crudeza de la fragilidad de nuestro modelo productivo.

Mucho por hacer. Sí!. Pero no esto.

Un invierno de año y medio