lunes. 25.09.2023

Caballos, Netflix y Cinismo

¿Usted ha visto alguna vez un comedero de caballos? Ahora son automáticos y son estupendos. El caballo aproxima el morro al comedero, lo acciona y sale la comida. El único trabajo del ganadero es llenar el depósito. Hoy, con la política, ocurre lo mismo. Cuando algún ciudadano tiene hambre de política se va al comedero y, presionándolo, recibe su ración.

Desde un punto de vista nutricional está demostrado que alimento que hace crecer ciudadanos fuertes y hermosos es la contraposición derecha vs izquierda. Es un alimento con una extraordinaria capacidad de movilización ideológica y, además, es muy barato. Por si fuera poco, ahora ya lo hacen en versión light, zero, descafeinado. Porque ya se sabe que cada paladar es un mundo y que para gusto, colores. 

Por ejemplo, los hay que les gusta una ración de “Tenemos un gobierno socialcomunista y totalitario que recorta libertades”. Pero también los hay que prefieren un “Corremos el riesgo de un gobierno fascista y de ultraderecha que atente contra los derechos humanos”. Y para entretener el hambre un chicle de franquismo sin azúcar siempre va bien. Pero dejemos los caballos en sus cuadras.

Ya no hay izquierda y derecha más que como herramientas ideológicas a gran escala. Y se acabó. Todos somos socialdemócratas y partitócratas porque es lo que hay que ser. Y, a partir de aquí, a pasarlo bien. El resto es estética. A usted quizás le guste más VOX, el PSOE, Pudimos; no lo sé, pero tanto da. Políticamente no pasa nada desde hace tiempo. Pareció que con los independentistas podía pasar algo interesante, pero al final se quedó en folklore. Si por lo menos viniera una revolución … Nunca se sabe. Los americanos parece que tienen ganas de juerga. Mientras tanto, alfalfa para todos.

Para no quedar como un cínico sofisticado, que es más difícil de lo que parece, hago una recomendación sincera: le invito, amigo lector, a despertarse de esta matrix ideológica que es la derecha y la izquierda. Se le abrirá un placentero mundo de análisis racional de la política. Es lo más parecido a comer caviar dentro de una cuadra. Analizar las tácticas partidistas, las estrategias de comunicación de los partidos, la aritmética parlamentaria, disfrutar de las obras maestras de Iván Redondo, … Como ver una serie. 

Yo, que predico con el ejemplo, estoy viendo la cuarta temporada de “Objetivo 2030”. Se ha puesto muy interesante. El guionista es genial. Acaba de dar un giro argumental y ha mandado a uno de los personajes principales de candidato a Cataluña. Además, hay una subtrama con mucha intriga: la reforma de la corona. La última temporada acabó con el protagonista, que es Pedro Sánchez, organizando un plan para mantenerse en el poder hasta el 2030. Para ello, ha diseñado un pin que siempre lleva en la solapa y le ha otorgado poderes extraordinarios a la mano del rey, Iván Redondo, para montar un arma que se llama Foresight unit. En Internet tienen toda la información. Está basada en hechos reales. 

Pero, en definitiva, que cree el caballo que el mundo se acaba en su cuadra. Y esto opino. He dicho.

¿Usted ha visto alguna vez un comedero de caballos? Ahora son automáticos y son estupendos. El equino aproxima el morro al comedero, lo acciona y sale la comida. El único trabajo del ganadero es llenar el depósito. Hoy con la política ocurre lo mismo. Cuando algún ciudadano tiene hambre de política se va al comedero y, presionándolo, recibe su ración.

Desde un punto de vista nutricional está demostrado que el alimento que hace crecer ciudadanos fuertes y hermosos es la contraposición derecha vs izquierda. Es un alimento con una extraordinaria capacidad de movilización ideológica y, además, es muy barato. Por si fuera poco, ahora ya lo hacen en versión light, zero, descafeinado. Porque ya se sabe que cada paladar es un mundo y que para gusto, colores. 

Por ejemplo, los hay que les gusta una ración de “Tenemos un gobierno socialcomunista y totalitario que recorta libertades”. Pero también los hay que prefieren un “Corremos el riesgo de un gobierno fascista y de ultraderecha que atente contra los derechos humanos”. Y para entretener el hambre un chicle de franquismo sin azúcar siempre va bien. 

Pero dejemos los caballos en sus cuadras. Digo que ya no hay izquierda y derecha más que como herramientas ideológicas a gran escala. Y se acabó. Todos somos socialdemócratas y partitócratas porque es lo que hay que ser. Y, a partir de aquí, a pasarlo bien. El resto es estética. A usted quizás le guste más VOX, el PSOE, Pudimos; no lo sé, pero tanto da. Políticamente no pasa nada desde hace tiempo. Pareció que con los independentistas podía pasar algo interesante, pero al final se quedó en folklore. Si por lo menos viniera una revolución … Mientras tanto, alfalfa para todos.

Para no quedar como un cínico sofisticado hago una recomendación sincera: le invito a despertarse de esta matrix ideológica de la derecha y la izquierda. Se le abrirá un placentero mundo de análisis racional de la política. Es lo más parecido a comer caviar dentro de una cuadra. Analizar las tácticas partidistas, las estrategias de comunicación de los partidos, la aritmética parlamentaria, disfrutar de las obras maestras de Iván Redondo, … Es como ver una serie. 

Yo, que predico con el ejemplo, estoy viendo la cuarta temporada de “Objetivo 2030”. Se ha puesto muy interesante. El guionista es genial. Acaba de dar un giro argumental y ha mandado a uno de los personajes principales de candidato a Cataluña. Además, hay una subtrama con mucha intriga: la reforma de la corona. La última temporada acabó con el protagonista, que es Pedro Sánchez, organizando su plan para mantenerse en el poder hasta el 2030. Para ello, ha diseñado un pin que siempre lleva en la solapa y le ha otorgado poderes mágicos a la mano del rey, Iván Redondo, para montar un arma que se llama Foresight unit. En Internet tienen la información. Está basada en hechos reales. La única crítica que tengo a la serie es que el adversario del protagonista es muy malo y no le hace justicia.

Pero, en definitiva, que cree el caballo que el mundo se acaba en su cuadra. Y esto opino. He dicho.

Caballos, Netflix y Cinismo