jueves. 28.03.2024

Civismo y turismo

Otro verano más estamos asistiendo a escenas en algunas zonas turísticas que para ser suaves las describiríamos como grotescas, surrealistas y por su puesto incívicas a todas luces. Cierto es que no podemos pensar que estos comportamientos son generales, pero también es verdad, que debemos hacer todo lo posible para mantenerlo como casos aislados y finalmente erradicarlos.

La solución al problema pasa, en primer lugar por que todos los actores que operan en nuestra realidad turística asuman su parte de responsabilidad. Solo así podremos plantear un escenario partiendo de cero con medidas efectivas. La responsabilidad de los desmadres veraniegos no es para nada culpa de los hoteleros, de los comerciantes, los restauradores, la policía, el ayuntamiento, los que alquilan vacacional, la Guardia Civil, Delegación de Gobierno, los touroperadores… Ninguno de ellos quieren asumir responsabilidades parece. Al menos asi lo afirman y regalan las culpas al vecino.

Cambiemos el chip. Para conseguir que desaparezca el gamberrismo y el turismo de borrachera tenemos obligatoriamente que cambiar el escenario en el que nos movemos. Las palabras mágicas son calidad y precio.

Debemos seguir apostando por una planta hotelera de mayor categoría orientada hacia un público de mayor poder adquisitivo y que valore unos mejores servicios. Quitemos la opción de acceder de forma tan fácil i barata a alcohol en los comercios. Erradiquemos el ocio nocturno basado en la borrachera.

Con calidad y por tanto con unos precios más elevados impediremos los viajes ultrabaratos que llegan desde Alemania, Reino Unido y otros destinos europeos y que van dirigidos a este público que no busca más que fiesta y desfase alcohólico, que debo recordar, que durante décadas se promocionó por intereses de más de uno. Tanto en Calviá como en la Playa de Palma se ha empezado este camino pero aún queda mucho trecho por recorrer.

La segunda parte de la receta es el cumplimiento de la ley y ordenanzas locales sin contemplaciones ni concesiones. Si hay personas que rompen las reglas de la convivencia se tiene que ser contundente con ellas y si para ello hay que poner más policías en las calles que se haga, que también en algunas zonas es más que necesario, y el esfuerzo debe ser de todos. Al fin y al cabo será la mejora inversión de todas para nuestra imagen turística.

En resumen, hagamos prevalecer los valores de nuestra sociedad a la vez que lo ponemos imposible a los que quieren desparrame veraniego insano, desmadrado e irrespetuoso en nuestras calles. Será cuestión de un trabajo conjunto que durará años pero que se puede lograr si todos estamos convencidos. Seamos valientes, TODOS, si queremos el respeto.

Civismo y turismo