sábado. 20.04.2024

Diógenes se queda a gobernar

El síndrome de Diógenes ha atrapado al Govern. Ha atrapado a Armengol. Estamos hablando de un total abandono social por parte de la institución y sus dirigentes. La sociedad va por un lado y los políticos, por el lado contrario. Aislados, como el filósofo griego, sin saber que necesitamos, y sin importarles. Una pequeña diferencia: Armengol está aislada en su Palacio de cristal, como si nada de todo lo que sucede y sucederá vaya con ella. Y mientras, van acumulando como el mejor Diógenes. No acumulan únicamente basura, que también y en forma de Decretos Ley y otros desaciertos; acumulan deuda publica, también trámites administrativos eternos; acumulan leyes y leyes; todos son colas porque acumulan cientos y miles de citas previas pendientes; paralizan la economía porque cualquier proyecto acumula eternos tramites y multitud de informes. No solo paralizan las inversiones y proyectos de los ciudadanos, de los autónomos y de los empresarios, también paralizan sus propias inversiones públicas. Acumulan proyectos sin ejecutar: el antiguo edificio de GESA, Son Dureta, depuradoras, colegios y carreteras, las galerías comerciales subterráneas de la Plaza Mayor, las instalaciones frente al mercado del Olivar y tantas otras. Todas ellas acumulan basura y dejadez. Y Diógenes las preside.

Cada legislatura que pasa, vemos como vamos perdiendo bienestar, capacidad de ahorro, y vemos como aumentan los impuestos y cargas fiscales de todo tipo. Es inversamente proporcional a lo que sucede con la administración. Crece de un modo desmesurado, después de escuchar campaña electoral tras campaña electoral, que la iban a adelgazar. Y no solo eso, sino que además los servicios, equipamientos e infraestructuras públicas cada vez están más saturadas. Y aquí los políticos vuelven a excusarse, apuntando a la saturación turística, cuando la única responsabilidad vuelve a ser la capacidad innata de los políticos de acumular, sin saber gestionar.

El Govern de las Illes Balears, ha pasado de una deuda de 500 millones de euros en el año 2000, hasta acumular casi 10.000 millones en el año 2020. Ha multiplicado por veinte la deuda, en un plazo de veinte años. Record Guiness. Si esa deuda hubiera sido producto de reducción continua de impuestos y de mejora de servicios, tendría razón de ser, pero Diógenes, además de acumular toda esa deuda, ha acumulado tramites eternos, ha saturado los servicios públicos y ha ido incrementando pagos, tasas, e impuestos a todo el abanico de agentes sociales.

También la administración digital, parecía que iba a ayudar a deshacerse de tramites duplicados, innecesarios y lentos. Recuerdo escuchar a todos los políticos desde hace varias legislaturas, que había llegado la era digital y con ella la simplificación administrativa. Pues no, Diógenes actúa y se acumulan cientos de informes pendientes en carreteras, a veces miles en medio ambiente y la espera de cualquier licencia de obras, un puro trámite reglado, se convierte en una penitencia para el ciudadano por atreverse a querer reactivar la economía, dentro de sus posibilidades. El ciudadano debe aclarar cual de los más de 40 informes sectoriales debe aportar al expediente, mientras la administración, en lugar de simplificar, seguro que está pensando en que otros informes puede exigir para paralizar definitivamente cualquier atrevimiento de actividad inversora. Aquí Maquiavelo se alía con Diógenes.

Cada vez nos cuesta más a todos los ciudadanos aportar lo suficiente a la sociedad, para seguir manteniendo esos servicios esenciales, o por lo menos, una administración cercana y “social”. Y a medida que eso nos cuesta más, Diógenes gobierna, acumulando, acumulando y abandonando a la sociedad en un entorno de agorafobia.

Diógenes se queda a gobernar