viernes. 29.03.2024

Dejen de lloriquear. Manos a la obra

Toda la riqueza que nos ha aportado la geografía de nuestras islas y las favorables tendencias de consumo del continente, han sido REGALOS hábilmente gestionados por la sociedad balear ya que han saciado la avaricia, la codicia, el egoísmo, y la opulencia. Naturalmente, los habrá que entenderán mis palabras como un aspaviento histriónico, pero les invito a algunas reflexiones antes de la lapidación gutural y gesticular a la que tan acostumbrados estamos.

Las bondades e inconvenientes de nuestro modelo turístico son por todos conocidas. En función del lado que uno cojea tiende a ver más las unas que las otras. Sesenta años después hay que preguntarse qué hemos sido capaces de hacer con estos REGALOS que nos vinieron gratuitamente, sin mérito ni esfuerzo.

Y con tanto REGALO, en Baleares una persona que limpia perolas cobra más que un médico. Los autónomos que tiran del país, son vapuleados. Somos líderes en fracaso escolar y año tras año miramos hacia otro lado. Nuestra administración pública está años luz de la excelencia. Somos paradigma en llegadas de pasajeros pero no en formación e investigación. Llevamos décadas hablando de desestacionalización, pero en realidad nadie la quiere. Seguimos sembrando monocultivo turístico y no hemos logrado abrir ni un solo sector alternativo. Nos jactamos de la innovación y despreciamos al emprendedor disruptivo, en favor de lo cutre o de lo de siempre. Vendimos en su día la tierra al extranjero, y ahora le vendemos nuestras empresas. Y lo que queda son rentistas acomodados. Nos hemos aprovechado egoístamente de los REGALOS del destino, y nos hemos olvidado del prójimo, del mañana, y de nuestra tierra. Hemos mirado hacia otro lado porque “las cosas iban bien”. Pues ahora que ya no van bien, y se prevé que esto dure bastante, nos tocará recoger lo que hemos sembrado. Dejemos de lloriquear y pongámonos manos a la obra.


 

Dejen de lloriquear. Manos a la obra