Empecé, hace unos días, un artículo de OPINION, ya que amablemente me publica este diario libre y sin censura cuando escribo con esta intención. Soy humano y metí el dedo donde no debía y se borro todo. Era una opinión algo dura, quizás se borro ella sola para prevenirme de males sociales, no lo sé, puede que fuera un castigo por mi perversión. Lo cierto es que hoy no me atrevería a publicarla, pues en mi opinión si mal hacían las cosas los políticos peor las están haciendo hoy y las redes sociales aún peor por la presencia en las mismas de individuo se individuas (añadiremos individuas, para ser políticamente correctos y a la vez incorrectos al escribir en genérico neutro) que lo que hacen es sin un criterio absolutamente acertado etiquetar a toda persona que no piensa como a ellos y ellas les gustaría que pensaran.
No se si llamarles pobres desgraciados y desgraciadas o simplemente ineptos e ineptas, de esta forma no se me olvida nadie, ya que su argumentación en contra de lo que publica alguien (omito el masculino y femenino), se basa únicamente en lo soez y en sus malas e insultantes palabras. En mi OPINION está nuestra sociedad perdiendo el norte en muchos aspectos y lo más elemental que pierde es la tolerancia, no se deja un espacio vital entre una opinión y otra, ni un margen de reacción libre e independiente, ni tan siguiera se permite una simple diferencia entre una ley y su posible interpretación, no se llevan las cosas con paciencia, no se respetan las ideas, las creencias y practicas de los demás cuando son diferentes a las propias como he apuntado. No saben distinguir una verdad de una mentira o no pasan del simple enunciado de la noticia sin buscar el sentido a la misma. La paciencia brilla por la ausencia y al prójimo se le maldice en su inocencia. Son peores que las míticas plagas de Egipto. Las de hoy, del mundo globalizado son peores, las plagas de la casta, de los conversos a la casta, de los gobernantes, de los que se creen sabios, de los que confunden la libertad con el libertinaje y la de los que hacen de la historia una herencia perpetua para no dar perdón a herederos de la desdicha y vergüenza de otros, los que convierten una noticia en algo que nos es noticia pero les resulta la simiente de una diatriba panfletaria. Que un perro muerda a un niño es normal, pero para algunos esto se convierte en la noticia de que un niño a mordido a un perro, esta es la creciente anormalidad que hoy vivimos. No convirtamos al coronavirus en una plaga de falsas esperanzas con oscuros remedios, tengamos la templanza de la reclusión y olvidemos las partes oscuras de la historia, dejemos las escusas para mejores tiempos y codo a codo luchemos para aquello que verdaderamente importa, para no decir siempre, el bien físico y común de todas las personas. La salud mental, algunos pensando la pueden recuperar, la física nadie debe perderla por la impertinencia de unos pocos.