jueves. 28.03.2024

El turismo no es el problema

El turismo no es el problema, es una solución. O al menos así lo ven muchos ciudadanos de a pie que cada temporada tienen trabajo directa o indirectamente relacionado con la oferta turística. Empleados de restauración y hostelería, camareros, recepcionistas, cocineros, guías turísticos, vendedores en tiendas de ropa y souvenirs, carpinteros o albañiles. La lista sería interminable y no pretendo hacer un catálogo de ello, pero sí recordar la evidencia, que el turismo genera empleo y expectativas de riqueza a muchas familias de Baleares porque es el motor económico principal de nuestra comunidad.

Evidentemente a mí tampoco me gusta el turismo de borrachera, las colas interminables en los accesos a Palma, la especulación en el precio del alquiler o la dificultad para encontrar sitio en algunas playas. Me gusta el turismo de calidad, que gasta en nuestros comercios y se lleva buenos recuerdos de sus vacaciones deseando poder volver.

Para potenciar ese turismo se aprobó una muy buena ley turística en el año 2012 con los consejeros populares Delgado y Martínez, más restrictiva que la regulación anterior pero más elaborada e innovadora, generadora de puestos de trabajo al incentivar la reconversión de establecimientos obsoletos, proteccionista del territorio al premiar la rehabilitación de lo existente restringiendo la ocupación de más suelo, innovadora al regular figuras como los condohoteles o el ‘todo incluido’, ocupada en dar seguridad jurídica al turismo en viviendas unifamiliares y preocupada por atar todos los cabos sueltos exigiendo planes de calidad, actividades desestacionalizadoras, líneas de ayuda e incentivos fiscales.

Tuvimos también una muy buena ley agraria con el consejero Company, que se preocupó sin lugar a dudas de proteger a los payeses e integrarlos en el modelo económico actual, dotándolos de nuevos instrumentos para rentabilizar sus fincas rústicas.

Tuvimos a la vez buenos mecanismos de control turístico, como la acertada prohibición del alquiler vacacional en plurifamiliares, el incremento del 30% en las inspecciones de establecimientos, o un Consejo Asesor de Turismo que reunía a los principales agentes, administraciones y miembros de seguridad ciudadana para poner freno a la mala imagen ocasionada por los excesos del turismo mal entendido.

Y una buena política de cruceros. Y turismo gastronómico, cicloturismo, oferta de entretenimiento, actividades deportivas o turismo activo.

Tuvimos…

Pero ahora ya no. Ahora estamos inmersos en el tercer verano del Pacto y todo lo anterior parece desdibujado por una nebulosa de saturación, turismo de alcohol, problemas de alquiler y guerra al hotelero.

¿No será que el problema no es el turismo? ¿No será que el Govern, que debería ser facilitador de la solución, se ha convertido en un problema?

En mi humilde opinión, la respuesta es clara. El Govern actual tiene gestores incompetentes que no saben ni quieren dar continuidad a lo que funcionaba bien y aparte de derogar por derogar las leyes populares, son incapaces de regular nada en el sector turístico. Por una simple razón, no creen en el turismo ni lo saben gestionar. Quizás porque no viven de él, pero la mayoría de ciudadanos necesitan el turismo y quieren creer en él.

El turista debe seguir siendo la solución, sólo falta alguien con un poco de sentido común para enderezar el descontrol generado esta legislatura.

El turismo no es el problema