Pasado ya el duro confinamiento y, sin duda gracias a sus resultados, estamos ya acabando la Fase 3 y comenzando “la nueva normalidad”, lo que significa para algunos la vuelta al trabajo y a la apertura de hoteles, entre otros. En esta “nueva normalidad” –vaya nombrecito- se supone que volverán los añorados turistas para alegría de muchos, y para desesperanza de unos pocos, única fuente de la difícil recuperación económica de nuestra isla.
Tras bastantes dudas y los habituales titubeos del Gobierno Central se ha impuesto el criterio más acertado, esto es, poner en marcha un “Plan Piloto” en Baleares con la apertura de un corredor aéreo seguro con Alemania, principal emisor de turistas a Mallorca que comenzará los últimos 15 días de este mes de junio con 39 vuelos previstos ya hacia unos pocos hoteles cuya principal misión será establecer unos protocolos de actuación que puedan congeniar seguridad sanitaria y calidad del servicio cuyo resultado sea la satisfacción del cliente.
Este plan, a mi parecer, es totalmente necesario ya que no todos los hoteles, en principio, están preparados para abrir en estas condiciones, por ello, es importante que unos pocos, actuando de conejillos de indias, prueben fórmulas que combinen seguridad y calidad en el servicio; el turista no puede pensar que está pasando unas vacaciones en un centro hospitalario; estas pruebas servirán después de modelo para su aplicación durante el resto de temporada a los que se atrevan a abrir en las circunstancias actuales, decisión complicada y arriesgada y que según previsiones serán pocos por los precios a la baja y las anulaciones de antiguas reservas.
No estamos exentos que se produzca un rebrote y hay que estar preparados para su rápido y eficaz tratamiento, lo que parece que está solucionado, aunque para mayor seguridad, el Govern debería garantizar mediante tests que turistas y personal deben estar completamente libres de virus durante sus estancias.