Cuando analizamos la situación política Balear y de España constatamos que existe un paralelismo evidente. Y es que desde Baleares hemos exportado al resto del país un sistema para llegar a gobernar que nos está llevando por un camino verdaderamente alarmante.
Tanto aquí en las islas como a nivel nacional las presidencias del gobierno regional y de España son del partido socialista. La paradoja es que esto se produce a pesar de haber conseguido ambos los peores resultados electorales de la historia para sus partidos.
Para conseguirlo en Baleares y en España el partido que representan, el socialista, ha dejado de lado ciertos principios políticos que hasta no hace mucho eran intocables. El principal es el de dejar formar gobierno a la fuerza política más votada. Y a partir de ahí todo se ha degenerado.
Dirán algunos que esa es la base de la democracia, que si suman una mayoría pues es lo que hay. Pero a ellos les contesto que eso es torcer la democracia. De un lado porque previo a las elecciones no anticipan que esa será su fórmula de gobierno, más al contrario incluso niegan que lo vayan a hacer. Y por otro lado porque no hay que olvidar que son muchos los países que, sabiendo que ese riesgo existe, han decidido dotar a sus sistemas democráticos de una segunda vuelta, pues no es lo mismo que las minorías tengan derecho a representación parlamentaria, a que esas minorías gobiernen y decidan en sustitución de la mayoría más votada.
En Baleares el primer Pacte de Progrés (1999-2003) no consiguió la mayoría para gobernar pues el 44,84% de los votos fue para el PP, y apenas el 22,43% de los votos fue para los socialistas. Por ello decidieron pactar junto con los eco-separatistas de Més per Mallorca y con el regionalismo local de Unión Mallorquina, entre otros. Lo cierto es que en campaña no propusieron nunca esa fórmula, más bien la negaron de forma reiterada. ¿Les suena? Se iniciaba así la ya conocida tradición de que todos los minoritarios pactan contra la fuerza homogénea más votada en Baleares: contra el Partido Popular.
Esta amalgama de minorías, que sumando imponen una mayoría artificial para gobernar, ha ido degenerando a pasos agigantados. Así es como de la mano del socialismo el antiespañolismo se ha ido haciendo hueco en consellerías y despachos públicos, gestionando el dinero público en las distintas administraciones, dedicándolo a desgastar al propio Estado. La lucha contra todo lo español es evidente, quedando esto cada vez más claro a la vista del ataque furibundo contra la lengua española y su eliminación desde hace años de la Educación, cuyo colofón es ahora la Ley Celaá que suprime el castellano como lengua vehicular. Al tiempo se ha ido acentuando la inmersión a un catalán estándar que nos es foráneo y al que hace ya más de 30 años que se le dedican ingentes cantidades de dinero público, que bien podrían haberse destinado a otras finalidades más necesarias.
Por si esto fuera poco estos límites saltan nuevamente por los aires con la reciente entrada de los proetarras como socios del gobierno socialista de Sánchez, negociando políticamente y sin que previamente hayan condenado el terrorismo, ni ayudado a resolver los más de 350 asesinatos sin resolver, de los que a buen seguro más de algún dirigente batasuno tiene información que no revela. Es una situación impresentable, incluso dramática para quienes creemos en la alternancia política. ¿Dónde está el socialismo de figuras como don Félix Pons?
En Baleares tenemos un Pacto regional de los socialistas con los separatistas de Més -que apoyan el golpe en Cataluña- y los antisistema de Podemos. En el gobierno de España el Pacto socialista es con los antisistema de Podemos, los proetarras y los separatistas. Pacto para la investidura y también para los presupuestos de este año, que ya reconocen es el “pacto natural” de la legislatura. De nuevo el socialismo aplica el criterio de que si es legal, que le den a la ética, la moral y la costumbre.
Mientras todo esto ocurre seguimos en Estado de Alarma, con nuestros derechos limitados con excusa en la pandemia que todos padecemos. Y no se detienen: para el Pacto de izquierdas el bombardeo de la ciudad de Palma por el bando republicano -donde fallecieron más de 120 civiles inocentes-, o los fusilamientos de Paracuellos del Jarama no entran dentro de la protección de la Ley de Memoria Histórica. No hablemos del ametrallamiento de civiles en la catedral de Ibiza o los fusilamientos en la Mola de Menorca, entre otros episodios dramáticos que también son Memoria Histórica bien entendida. Estos gestos o la nueva ley de Educación son ejemplo claro de la aplicación del rodillo ideológico frente al acuerdo, frente al consenso, frente a la concordia.
Eso sí, el nuevo lenguaje que no falte. Hay que llenar los mensajes políticos con nuevos palabros: “prospectiva, resiliente, gobernanza, empoderamiento, inclusivo, soberanía alimentaria”… Es la nueva jerga, si no la usas eres un facha. Quedan avisados.